De frente y en alto, la fachada del edificio conocido como “el Cuatro Columnas” lleva el nombre “Escuela de Mecánica de la Armada”. De espaldas, esa construcción da a la plaza principal del lugar donde cerca de cinco mil personas estuvieron secuestradas durante la última dictadura cívico militar. Esa plaza rebautizada “Plaza de los Derechos Humanos” tuvo, ayer, un escenario y tres sillones. Dos estuvieron ocupados por sobrevivientes del centro clandestino y uno quedó vacío. “No, vacío no está”, dijo Néstor Fuentes, que pasó por el Casino de Oficiales entre octubre y noviembre de 1976. “En este sillón vacío estamos los cinco mil, los que logramos salir y los que no”, señaló desde el escenario. Fue uno de los pocos en hablar mirando a una audiencia que, desplegada en el patio, lo oyó emocionada, lo aplaudió conmovida. Fueron, en su mayoría, compañeros y compañeras de “historia, de determinación”, como se y les definió Noemí “Munú” Actis. Ella, Néstor y las decenas de ex detenides desaparecides que asistieron ayer al reconocimiento que el directorio del Espacio Memoria que funciona en la Esma les otorgó, sufrieron los crímenes de los represores, sobrevivieron, reconstruyeron aquellos días y lo contaron ante la Justicia y de cara a la sociedad.
“Hacedores de memoria” se llama el reconocimiento con el que el directorio del Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos que funciona en la Esma desde 2004, por decreto del presidente Néstor Kirchner, homenajeó a les sobrevivientes del centro clandestino por sus “aportes en la construcción de verdad y memoria sobre el terrorismo de Estado y sus consecuencias en el proceso de memoria, verdad y justicia”. La fecha fue especialmente elegida: esta semana se cumplieron diez años del primer fallo que condenó a represores por los crímenes de Estado en ese sitio.
Las cita les convocó a las 18.30 en la Plaza de los Derechos Humanos y el cierre fue la proyección de “Cazadores de utopías», el documental en el que David “Coco” Blaustein recuperó muchas de sus historias. Fueron llegando con la caída del calor, se gritaban a la distancia a medida que se reconocían detrás del barbijo, revoleaban los brazos, se abrazaban, se tomaban de las manos. “Tanta alegría de volver a vernos”, se oyó por allí. Algunas, como Miriam Lewin, la “Negrita” García, la “China” y Ana Testa, llegaron juntas, venían desde el Museo Sitio de Memoria, donde participaron de la Visita de las Cinco. Otres, como Pilar Calveiro y Silvia Labayrú, vinieron desde México y España, respectivamente.
“Sabemos que este reconocimiento no es suficiente en comparación con todo lo que han hecho, construido y seguirán haciendo por su tenacidad”, opinó Guillermo Amarilla Molfino, representante de Abuelas de Plaza de Mayo en el directorio del Espacio Memoria. Fue él quien primero en la tarde definió el homenaje como “un abrazo colectivo”, que más tarde, sobrevivientes agradecerían “con el alma”. “Su tarea va a quedar para la historia porque sembró identidad y construyó familia”, continuó. Paula Sansone, compañera de Guillermo en Abuelas y en el directorio, agradeció la presencia de las decenas de sobrevivientes presentes y recordó a quienes, testigos del horror y testimoniantes desde su libertad, “hoy ya no están”: Alberto Girondo, Andrea Bello, Cachito Fucknan. Sara Solarz de Osatinsky, Thelma Jara de Cabezas, Víctor Basterra, Mario Villani, entre otres. La familia de Basterra, uno de los testigos principales en la Megacausa Esma, fue recocida al cierre del acto por la Legislatura porteña.
Antes de Néstor Fuentes, Ana “Rosita” Soffiantini, quien permaneció encerrada entre 1977 y 1978, reversionó en plural unos versos de “Como la cigarra”, de María Elena Walsh. “Tantas veces nos borraron, tantas veces desaparecimos, a nuestro propio entierro fuimos, solos y llorando. Hicimos ese nudo en el pañuelo que nos permitió después poder abrir la memoria”, recitó y agradeció “este hermoso abrazo que nos están dando, muy sentido, lo necesitábamos”.
PIlar Calveiro y Munú Actis coincidieron en lo grato del reconocimiento como un “abrazo”. “Este es el reconocimiento de los civiles, que se suma al de la Justicia. Me llega profundamente al alma”, sostuvo Munú, quien recordó que “no fue fácil sentarse a declarar, reconstruir lo que pasó acá adentro” ya que “se desconfiaba de nosotros porque estábamos vivos” y reivindicó “a los sobrevivientes que conozco a los que no conozco, a los que han declarado y a los que no han podido hacerlo. Si no pudieron es porque de alguna forma no han superado el salir de este lugar”. También agradeció a “los abogados, a los fiscales, a todos los que nos ayudaron a llegar ahí”. Mercedes Soiza Really, fiscal del juicio “Esma Unificada”, aplaudió desde la audiencia.
Calveiro estaba emocionada de haber podido cumplir con su objetivo de regresar a Argentina para encontrarse con “quienes compartimos esta situación de haber sufrido secuestro y torturas en Esma, de haber salido con vida, de haber recordo y testimoniado una, dos, tres, diez veces y abrazar a todos ellos”. Destacó que “cada uno en su lugar construye no una memoria, son muchas memorias, y todas aportan este proceso que es colectivo. Agradecida a todos y a cada uno, a toda esa pluralidad, a este colectivo”.
El acto cerró con el renombramiento de la calle Thorne –una de las laterales del Cuatro Columnas– como “19 de Marzo de 2004”, fecha en la que les sobrevivientes regresaron por primera vez al predio. Antes, subieron todos al escenario a descubrir la estatuilla que los reconoce como “Hacedores de Memoria”, y que quedará en el hall central del edificio para que el público la vea siempre. Y entonces se amontonaron, se rieron juntes, alzaron los dedos en V y gritaron fuerte que los 30 mil estarán presentes ahora y siempre.
Fuente: Página 12